La política es como muchas cosas en la vida una cuestión de amor, cuando desaparece el amor solo queda el interés y a través del coaching podemos conectar con lo más bello de la política que es el servicio público
Las personas con actividad y responsabilidades políticas se mueven en un contexto difícil, rodeados de una visión negativa de esa actividad por parte de la población y con un alto sacrificio personal. Frecuentemente no encuentran la oportunidad o el momento adecuado para reflexionar sobre los temas que les preocupan en relación con su quehacer, con la coherencia entre lo que hacen y sus valores más profundos, con la incomprensión por parte de su familia, con el distanciamiento respecto a sus compañeros y compañeras de partido, etc. El coaching permite al político afrontar una reflexión específica sobre estos y otros aspectos, es una herramienta de aprendizaje para conseguir resultados y hacer a la persona más feliz.
En palabras de Rafael Vázquez “Un coach puede aportarle a un político el espacio de reflexión para no perder el contacto consigo mismo y los valores que llevaron a la persona a entrar en política pero es fundamental entenderlo como una reflexión para la acción. El coaching político explora esos valores para mantener ese contacto con la esencia de la política y lo que le llevó a entrar en política.
Pero, más allá de los aspectos técnicos una diferencia fundamental del coaching político es su sentido, ya que es una manera de contribuir a engrandecer la política y enriquecer así la sociedad y los valores de la democracia.
“Desde la perspectiva del coaching ontológico entendemos que el trabajo político es un trabajo lingüístico porque el político con sus declaraciones transforma la realidad. El entorno determina el proyecto político pero el proyecto político transforma el entorno y en esa transformación intervienen las declaraciones, los juicios que tienen los políticos que caracterizan marcos, sus creencias sus yo no puedo… desde el coaching ontológico es un trabajo bonito por hacer porque nuestras conversaciones transforman nuestras vidas, la sociedad.
Conversar etimológicamente es dar vueltas juntos, bailar y danzar entre uno que habla y uno que escucha y el político tiene que estar en esa danza continua con la sociedad y el ciudadano, tiene que escuchar al ciudadano para tomar las decisiones correctas.